sábado, 24 de diciembre de 2016

-No- me dijo, con voz tan ronca que casi no reconozco como suya. -Quiero que tenga una larga vida y que usted escriba una novela más larga aún sobre las maldades que ella me hace. Quiero que usted la describa horrible e implacablemente. Y que esta desfiguración facial  mía se le transmute a ella, pero por dentro. Que le vaya carcomiendo el alma. No me importa pagar veinte veces más. Quiero que cada semana tenga un capítulo. Mi tortura se efectuará por el sistema de entregas-.

Dio un soplido y se fue, esta vez sin azotar la puerta. 
(A. C.)

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